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un Templo de recuerdos

Hay rincones en el mundo que guardan los tesoros de la historia que muchos olvidan y otros pocos se atreven a defender de un tiempo que corre más rápido que hace unos años.

 

Desde la aparición del internet, y el auge de las nuevas tecnologías, la música y todo su negocio cambió. Las nuevas generaciones han preferido en gran medida el formato digital, dejando atrás el formato físico. Pero se perdió uno de los inventos que cambió la cultura musical, poco a poco se acaba uno de los sistemas más especiales y significativos: los vinilos. Pocos se animan a defenderlos y aquí está la historia de uno de esos rincones musicales.

 

Por todos estos cambios de una sociedad práctica, rápida y llena de recursos nuevos, nadie creería que los vinilos tienen cabida actualmente. Sin embargo, durante los últimos años el crecimiento de las ventas de discos en vinilo ha dado un vuelco a lo que venía sucediendo y se ha generado un gran valor, no precisamente económico, sino sentimental. Hoy un vinilo significa reliquia, tesoro, admiración y felicidad; es todo lo que se convirtió en el disfrute del sonido de una aguja en un vinilo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De esos rincones valientes y tradicionales de los que se hablaba antes, hay uno muy especial. La Musiteca es un espacio en el centro de Bogotá, en donde por más de 30 años se le ha sido la oportunidad a los aficionados de encontrar el oro negro, un lugar en donde cada seguidor de estos vinilos conserva la cultura y fidelidad por el cortado en 12”. La tienda es un diccionario de recuerdos y un glosario de memorias que se mantienen despiertas por cada disco, que es además, la banda sonora de la vida de millones de personas.

 

Si el futuro del vinilo estuviera sujeto a su funcionalidad probablemente moriría en menos de un abrir y cerrar de ojos. Pero este invento no va a desaparecer gracias a las personas que lo mantienen vivo, que le dan vida y que ven más allá de un círculo negro o de una canción escondida.

 

Uno de ellos es  Sergio Álvarez, quien actualmente representa la tienda Musiteca, dividida en dos locales. En el primero se venden vinilos de todos los géneros y el segundo se especializa en salsa, latín jazz y música colombiana. Allí está uno de los rincones que no queremos ni debemos olvidar. La tienda se ha caracterizado además por incorporar y dar la bienvenida a diferentes estilos musicales, en formatos en CD, pero la magia y esencia en sí de este lugar está en dedicarse a los clásicos vinilos.

 

Cuando alguien entra al local, Sergio sabe que puede ser uno de sus clientes frecuentes, esos que están entre los 25 y los 47 años y que van en busca de tendencias de rock nuevo y clásico, jazz y otros géneros. Las estanterías completan una colección de más de 4.000 vinilos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hablar con Sergio es escuchar la voz de quien la pasión lo mueve sin importar el rumbo, sino el camino. Él tiene claro que  ha sido su constancia, perseverancia y el amor por el sonido análogo, lo que lo ha posicionado como uno de los principales lugares en Colombia como un refugio de grandes tesoros musicales. ¿Qué se sentirá ser dueño de un rincón tan único, tan especial y tan raro a la vez?

 

No es raro que Sergio recuerde historias especiales de amor entre sus clientes y su música. Las paredes de la Musiteca son testigos de gratas sorpresas y caras emocionadas. Es como la emoción de un niño al tener el juego que tanto quería, pero aquí son personas encontrando piezas exclusivas, anheladas y especiales que solo en este resguardo encontrarían.

 

Musiteca, es un templo de los acetatos en plena era digital. Es un stop en tanta practicidad y un grito de tradición en una cultura que olvida y evoluciona. Cruzar sus puertas es entrar a una dimensión en dónde resulta fácil dejarse seducir por los sonidos del pasado. Las portadas de grandes artistas y clásicos que marcaron la generación de muchos, coloridas, oscuras, grandes, pequeñas y todas cuentan una gran historia.

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